Necesito salir de todo
esto y comenzar de nuevo, sé que es de cobardes, pero es la única
solución que veo entre tantas preguntas sin respuesta. ¿Y sino, que
puedo hacer? ¿Quedarme ahí, cómo si nada pasara? ¿Mentir? Eso no
va conmigo. Tampoco puedo explicar algo que ni yo mismo entendía,
por eso mismo, empecé a correr. Corrí como nunca antes lo había
echo, intentando huir de algo que tarde o temprano, me iba a
alcanzar, huir hasta de mi mismo, dejando todo atrás, incluso los
recuerdos. Oyendo solamente el ruido de mis zapatos, cada pisada, y
cada vez más deprisa, más rápido, más veloz. ''Ya lo has echo, no
hay vuelta atrás, no puedes seguir huyendo'' Palabras que se
repetían en mi mente, una y otra vez, atormentándome. Retrocedí
por un instante, fijé la vista atrás pero volví a tomar el camino
que había elegido en un principio: huir. Me sentía en el aborde de
un abismo en el cual, yo no quería saltar, esta vez, no. Estuve
horas corriendo, sin saber realmente el por qué. ¿De lo que he
hecho y que realmente era lo que quería? ¿De mi alrededor? ¿De mí?
Ahí supe que no tenía nada claro, si lo que hice era lo correcto, o
no. ¿Cuándo haces algo que quieres, y que nadie esperaba, es lo
equivocado? ¿La opción ''mala''? O mejor dicho, ¿La opción menos
''buena''? Preguntas sin respuesta, problemas sin solución. Joder,
creía que ella era el amor de mi vida, hasta que se me presentó el
momento, el más esperado por todos: mi propia boda. Y no lo supe
afrontar, no pude. Aún siento la decepción que veía en sus ojos y
pude sentir como su corazón se despedazó por momentos cuando vio
que no llegaba, que no estaba, que me había ido. Quizás no estaba
preparado, o no sentía lo que tenía que sentir, o no estaba lo
suficiente enamorado como para comprometerme el resto de mi vida con
alguien, alguien que creía quererla, y que de un día para otro, lo
he dejado de hacer. ¿Qué nos pasó? Me pregunto una y otra vez.
Discutir era nuestra rutina diaria, los besos se convirtieron en
caras largas y las acaricias, simplemente, desaparecieron. Ahora en
los amaneceres ya no soñamos juntos, no pasamos horas hablando, no
hay sonrisas acompañados de un beso, sólo cambiamos silencio por
silencio, pensando quién tiene la culpa y quién debería pedir
perdón primero, poniendo primero a nuestro orgullo. Forzamos algo
que se había esfumado, que se había agotado. Dejamos de consultar
las cosas entre nosotros para hacerlo con la almohada, y no sacar
ninguna conclusión de ello. Pero después de pensar en todo esto,
dejé de correr por unos momentos y me senté en la arena, oyendo las
olas como iban y venían. El sonido me tranquilizaba. Y ahí fue
cuando me prometí a mi mismo pensar con la cabeza por un tiempo,
dejar a un lado mis sentimientos. Con todo esto, os preguntaréis que
pasó finalmente..pasó, que encendí un cigarro y se apagó mi
corazón.
jueves, 30 de mayo de 2013
Relato.
Me levanté sobresaltado
en mitad de la noche y entonces escuché algo extraño, algo que
gritaba en mi interior y que necesitaba salir, algo que realmente
dolía: su recuerdo. Era otra noche más en silencio, pensándola en
gritos, era otra noche más que no me había creído que ya no estaba
aquí, que no volverá, que estoy solo. Cada día que pasaba
intentaba asimilarlo de alguna manera posible, buscando la solución
sin tan siquiera saber realmente cual era la pregunta. ¿Cómo
olvidar algo, que querías recordar siempre, que no querías dejar?
¿Cómo? Quizás, esas sean las preguntas que busco en mi solución
perdida. He pensado muchas veces en quitarme del medio, para dejar de
sentir dolor, pero esto tampoco hará que la recupere, que esté a mi
lado, que vuelva a mí. Así que descarté esa opción pero..¿Cuántas
salidas más me quedan? Sí, exacto. Ninguna. Cada día que pasa voy
con ella intentando haciéndola saber que yo estoy a su lado, aunque
ella no pueda del mío, intentando cumplir lo que un día dos locos
enamorados prometieron; estar juntos por siempre. Sé que llegará el
día en el que nuestros caminos se separen, y que por un medio u
otro, no vuelvan a juntarse jamás. Pero en esa medida de tiempo, me
quedaré postrado en la cama con ella, escuchando los últimos
latidos de su corazón, compartiendo suspiro por suspiro, recordando
momentos que quizás habrá olvidado, pero siempre a su lado, porque
mi promesa permanecerá siempre en ella, guardada en los más
profundo de nuestros corazones y entonces, nuestra historia volverá
a empezar en otro momento, en otro sitio, en otro mundo, como empezó:
con un beso.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)