Me escondí en el primer sitio que
encontré y me sentí aliviada, aliviada de que no me pillasen y en
cierto modo, me siento a salvo. Suspiro, mientras que empieza a
llover y siento cada gota cayendo por mi cara y por cada parte de mi
cuerpo. Pasé un tiempo sumergida en mis pensamientos, haciéndolo en
silencio, aunque lo quisiera hacer a gritos, para desahogarme. Decidí
levantarme, ya no rondaban por ahí, así que empece a andar, sin
rumbo, dejándome llevar. Siempre he soñado en vivir en una casita
de campo, aislada de todo el mundo, y con él. Nos imagino en un
trigal, riendo y jugando como niños, escondiéndome para que cuando
me alcance, me de un besos de esos inesperados. Supongo que soy una
ilusa, pero espero algún día poder cumplirlo. Aunque siempre
termino huyendo, quizás no quiero que me alcancen, quizás no esté
preparada. Joder, están allí otra vez. Empiezo a correr, volviendo
a buscar un nuevo escondite, esto no es vida. Me lo repito cada día,
pero tampoco hago nada para remediarlo. Está vez, no tuve suerte: me
alcanzaron. Me tiembla todo, no soy capaz de decir ninguna palabra
sin que me temblara la voz, imaginándome lo peor. De camino a
aquella casa, vi como mi libertad se quedaba atrás, y no podía
hacer nada. Impotencia. Me metieron una habitación, sin apenas luz.
Sí, estáis pensando bien, me secuestraron. ¿Qué por qué? Ni yo
misma lo sé. Con dieciséis me escapé de mi propia casa y que ahora
añoro, me dejé en manos del destino, creyendo que sería bueno
conmigo, pero una vez más, vivo de mis propios pensamientos, ilusa
como siempre. Han pasado dos días y siento como me voy desvaneciendo
por momentos, atada de menos y pies a unas simples cuerdas, pasando
por mi cabeza cada momento de mi vida, pero a cámara lenta, como una
película de la cual no disfruto, sino que me va torturando, viendo
lo feliz que era y lo mal que estoy ahora. Las cosas cambian. No
tengo escapatoria y si la hubiera, tampoco tendría fuerzas, está
vez he dejado eso de arriesgarme a un lado, aparcado junto a mis
esperanzas y por una vez, a mis ilusiones, como si de un golpe me
hubiesen mandado a la realidad. Estoy en el suelo, tirada,
arrastrada, sin saber tan siquiera un por qué, con la boca seca,
sintiendo como la vida se escapa de mis manos, sin tan siquiera haber
vivido. Las únicas vistas que tengo son cuatro paredes, como si
fuese una prisión, viendo un pequeño rayo de luz abajo en la
puerta. Sólo oigo pisadas. Y creo que se han olvidado de mí, de mi
existencia, como el resto del mundo. Pero para mi sorpresa, se abre y
un chico con la cara tapada me da una bandeja de asquerosa comida
barata y se va, pero se le cae algo. En un segundo, recuperé mi
esperanza y vi un móvil caer. Rápidamente me arrastré hasta llegar
a él y marqué el número de emergencias, dando detalles de todo,en
bajito casi en susurro, para haber si me podrían encontrar. Lo
dejaron en incógnita y por un momento, tuve ganas de luchar y
superarme. Pensé de nuevo, así que me guardé el móvil como pude.
En unas horas, mi pesadilla acabó, me encontraron. Empecé a llorar
como nunca, como una niña pequeña, y sonreí. Vi mi libertad pasar
por la puerta, y después de todo, entendí el significado de la
vida, simplemente, lucha. Hoy estás abajo, pero mañana puedes estar
arriba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario